EDUCAR en la era 2.0

"Ocho de cada 10 maestros con los que hablamos se resisten a que sus alumnos usen nuevas tecnologías en el aula, porque se sienten intimidados por ellas". Lo dice Oscar Misle, director de Cecodap, organización promotora de los derechos de niños y adolescentes con 26 años de experiencia. La cifra la ha obtenido de talleres permanentes que viene realizando esta ONG en 55 colegios para discutir sobre convivencia, educación y tecnología junto a padres, profesores y estudiantes. "En muchos colegios la tecnología es vista como amenaza porque creen que las minicomputadoras, los teléfonos inteligentes y otros equipos con acceso a Internet compiten con lo que el maestro transmite en el aula y ayudan a rebatir más fácilmente lo que el docente presenta como verdad pedagógica. Además, en Internet los muchahos consiguen información rápidamente y con fotos, textos, videos y sonidos. El maestro cree que está en una competencia desleal ante estos sistemas y por eso los bloquea". Pero aunque las escuelas se resistan, las nuevas tecnologías de información y comunicación llegaron para quedarse y los niños y púberes son sus principales usuarios. Según un estudio de Datanálisis (Desde el rincón de los jóvenes. 2011), 79% de los adolescentes venezolanos y 51% de los niños del país navegan cotidianamente en Internet. Además, siete de cada diez menores de 18 años poseen un teléfono celular y cada vez más muchachos poseen teléfonos inteligentes con los que pueden hablar, chatear, navegar en la web y acceder a redes sociales como Facebook, MSN o Twitter. En pocas palabras, las nuevas generaciones ya se adueñaron de la era digital. "Las nuevas tecnologías se han convertido en la vía de contacto de los muchachos con el mundo exterior - dice Misle. Todos los estudiantes de colegios privados y públcos son los que hablamos nos dicen que no podrían vivir sin Internet, porque es la herramienta que utilizan para informarse, relacionarse con otros y recrearse". ¿Está afectando esto el aprendizaje de las nuevas generaciones? Definitivamente. ¿Para bien o para mal? Depende. "Internet y las nuevas tecnologías son como un martillo. Pueden servir para levantar un edificio o destruir una pared. Gracias a Internet, se ha abierto un mundo de información para los muchachos. El problema es cómo ellos usan esa información " , insiste Misle. Con esto coincide Maritza Naranjo, docente de secundaria con 30 años de experiencia y recien jubilada. Reconoce que la tecnología cambió la manera de ver la educación. "Con Internet, el profesor dejó de ser un impartidor de clases para convertirse en un facilitador del conocimiento. Es decir, el maestro ya no está en la cúspide de la pirámide y el alumno tiene más posibilidades de aportar gracias a la facilidad de buscar información. Eso es muy enriquecedor, pero si los docentes no se preparan los muchachos tomanb lo malo de la tecnología y se aprovechan de un maestro atrasado". "Están ocurriendo dos cosas - apunta el director de Cecodap. La primera es que los alumnos se han vuelto más habilidosos en captar múltiples contenidos; pueden escribir un mensaje de texto, chatear, ver TV y atender al profesor. Son capaces de hacer muchas tareas a la vez, aunque el maestro no lo crea porque su paradigma es el de una generación que sólo podía hacer una tarea detrás de otra. La segunda es que con el bombardeo multimedia, los chamos sienten que la pizarra y la tiza o el rotafolio o el video beam están desfasados de su realidad. Creen que la escuela se venció desde el punto de vista didáctico y se desmotivan". El mundo de los dedos VS. el "copión virtual" "Los educadores tienen que entenderlo. Sus alumnos ya no son los mismos". Esta es la premisa que sostiene Sybil Caballero, investigadora del Centro de Investigaciones Educativas Tebas de la Universidad Central de Venezuela, quien desde hace 16 años realiza estudios sobre la influencia de las tecnologías de información y comunicación en la educación, gracias al apoyo de esta casa de estudios y de la empresa Tapa Amarilla. "Ya no se lee ni escribe igual. No se trata de si hace más o menos, mejor o peor. Ahora se lee y escribe distinto. Gracias a los nuevos formatos multimedia, se rompió el esquema de lectura lineal y se ha incorporado la escritura sintética de los teléfonos móviles. Eso trae un cambio radical en la forma como se construyen y asimilan los conocimientos. Los segundo es que ya no se enseña ni aprende igual. El docente hoy es un sujeto más de aprendizaje, pués sirve como orientador y guía. No es como antes que tenía el poder absoluto sobre los saberes, sino que gracias a la democratización de la información en las redes, ahora el saber se busca en conjunto, además de que el conocimiento es dinámico, porque las verdades y la realidad van transformándose. En definitiva, la escuela ahora va más allá del aula, está integrada a su comunidad y el aprendizaje no sólo es presencial sino virtual". Pero esta era también tiene su lado oscuro. La profesora Maritza Naranjo alerta sobre ciertas pácticas nocivas. "Los muchachos son muy hábiles en el manejo de Internet y como hay tanta información al alcance de sus dedos, con poner el nombre de un tema consiguen muchos datos en Google. Esto está muy bien si el objetivo del alumno es inandagar y descubrir porque lo ayuda, pero también ha multiplicado el "copia y pega"; es decir, a la hora de hacer trabajos o tareas, hay quienes agarran textos y materiales de la web y los colocan en sus informaciones como suyos, sin siquiera leerlos o digerirlos. Esa piratería virtual no puede ser beneficioso al alumno". Oscar Misle da cuenta de otras mañas, contadas por los propios estudiantes en los talleres de Cecodap. "Hay muchchos que elaboran 'chuletas electrónicas' con las respuestas para los exámenes, que pueden ser descargadas desde el celular. Otros realizan trabajos en masa para sus compañeros buscando en Internet y cobran por su 'producción intelectual'. Una 'chuleta' puede costar entre 10 y 15 bolívares y un informe de 40 a 50 bolívares". Detras de esta pillería escolar podría haber algo más que el aparente desgano y pereza. "Los chamos tienen un espíritu desafiante por naturaleza y aprovechan su habilidad tecnológica para retar a los maestros. Ellos quieren saber si vale la pena el esfuerzo de investigar porque dicen que muchas veces los profesores no revisan las asignaciones. Algunos estudiantes nos han contado que preparan trabajos con una introducción y conclusión lógica, dejando en el medio de los informes cosas locas, básicamente porque los maestros no leen y hasta ponen buenas calificaciones. ¿Cuál es el mensaje? Que los profesores tienen que prepararse para enfrentar estas situaciones, castigar a los que no son honestos, pero también sincerarse con lo que demandan a sus alumnos". Buscando maestros del siglo XXI La investigadora Sybil Caballero cree que los maestros no pueden seguir echándole la culpa a la tecnología. "El problema no son los estudiantes. Si los alumnos retan al maestro con acciones como el 'corta y pega', los profesores tienen que ir más adelante para no ser sorprendidos. Hemos hecho estudios con más de 1500 docentes y la mayoría nos dice que no toca las computadoras porque les tiene miedo o no está preparada para usarlas. Es como si un contador público no supiera hoy manejar una hoja de cálculo Excel. Los docentes deben comprometerse con opción pedagógica. Un maestro que no sepa usar el lenguaje y las herramientas digitales no tiene competencias en la escuela del siglo XXI. Hoy se requieren docentes 2.0 capaces de traer prácticas pedagógicas innovadoras. Cuando un estudiante está estimulado ante el mundo multimedia y participa en redes sociales, por supuesto que siente un desfase se en el aula ve que su maestro no está actualizado. Pero la cosa cambia se el profesor integra la tecnología a lo que quiere enseñar, genera contenidos en conjunto con los alumnos o aplica los medios móviles para promiver la curiosidad". Para Oscar Misle es tiempo de tender puentes y no seguir negando una realidad indetenible. "Los educadores deben hacer un pacto con la tecnología, sacarle provecho a sus ventajas y no satanizarla, involucrando al muchacho para que no sienta que la realidad de su mundo es excluida del proceso pedagógico. Eso requiere que los docentes se formen, conozcan los programas, naveguen las redes sociales y hagan propuestas para incorporar todo eso al aula. Por supuesto también requiere que las escuelas sean dotadas con equipos adecuados". Pero por más aparatos que aparezcan, padres y maestros no deben olvidar un papel irrenunciable que jamás cambiará: el de educar para la vida. "Manejar la tecnología es como salir a la calle-dice Misle. Así como al muchacho se le alerta que hay que mirar a los lados antes de cruzar una avenida o se le enseña sobre el cuidado al toparse con extraños, igualmente hay que advertirle sobre los riesgos y responsabilidades que acarrea Internet. La pornografía existe, el ciber acoso también. Y hay que preparar a los muchachos para defenderse de eso. No se puede convertir la computadora en la maestra, ni el la niñera ni en la amiga. Como dijo Carolina González, una estudiante de 15 años: "Tenemos que aprender a usar la tecnología para que ella no nos use a nosotros". "En el mundo no corpóreo se gestan afectos, relaciones y se intercambian muchas cosas al igual que en el mundo real -agrega Syibil Caballero. Hay que conocer ese lenguaje para guiar a los muchachos. Que un niño sepa cómo manejar un celular mejor que un adulto no quier decir que seá más de la vida" La docente Maritza Naranjo lo resume de manera didáctica: "Si el docente no hace su papel de tutor, el estudiante es como un carro sin rumbo. A lo mejor sabrá utilizar muy bien la tecnología, pero sin un propósito no llegará a ninguna parte" O chocará en el camino. POR EFRAÍN CASTILLO // efcastillo@eluniversal.com --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Transcrito por: Laura Susana Suárez Bascopé p/sus cuentas sociales.

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