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EL ANALFABETO, desconocedor de las letras

Es curioso el término analfabeto siempre se ha contrapuesto a educación académica.


Analfabeto era la persona que no sabía el alfabeto, más actualizado con el término “abecedario”.


Consecuentemente, si una persona no conoce las letras de su idioma, difícil lo tendrá para leer y escribir; aprendizajes básicos de la educación académica.
Con la revolución de la imprenta muchos conocimientos nuevos fueron transmitidos en formato de papel-letra.


La palabra “analfabeto” se convirtió en un insulto, pues identificaba a aquella persona que era ignorante y bastante torpe; según algunos alfabetizados.
No obstante, estos analfabetos, seguían en contacto con sus sociedades y naturaleza circundante. Y su educación se basaba en aprender, desaprender y reaprender.


Como puede observarse, esos ignorantes torpes, no lo eran tanto. Es más, más de uno consiguió bastantes beneficios dedicándose a los negocios. Y contratando para sus empresas a personas alfabetizadas, que los suplían en lo que ellos desconocían: leer y escribir.


Esta confrontación entre analfabetos y alfabetizados ha dado lugar en la actualidad, a situaciones paradójicas:
Aquellos padres que ven que sus hijos con taiantos años de carrera, no encuentran trabajo; y sin embargo, el hijo de un fontanero, que ha aprendido la profesión de su padre, con el boom de la construcción ha ganado un dinero curioso.


La indignación de algunos estudiados ha sido evidente, no entraba en sus mentes, cómo una persona que no se ha dedicado al estudio (cuando hablo de estudio, me refiero al académico), ganaba más que ellos.


Una de las respuestas a esta pregunta podría ser: no han tenido en cuenta, lo que los economistas llaman “oferta y demanda”.


En conclusión: Nuestra evolución en la vida se ha basado en aprender, desaprender y reaprender, y no tanto en los conocimientos adquiridos. Los conocimientos adquiridos sin saber aplicarlos, sirven para bastante poco.


Menos mal que poco a poco, y gracias a los avances psicológicos nos vamos acercando al modo de aprendizaje humano. Y podremos corregir las creencias erróneas del área educativa.

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LA LIBERTAD: DE LA REALIDAD A LA ILUSIÓN

El término “libertad” se considera contrario a privación. Un individuo se mueve por donde quiere de su localidad, y lo meten en la cárcel. Esto sería “Privación real de libertad”.

El término libertad alcanza su significado filosófico, cuando lo vemos a través de nuestros sentimientos.

Cuando consideramos que no podemos hacer lo que queremos.

Cuando el ser libre lo percibimos como un sentimiento y no como una realidad, la definición de libertad es múltiple, dependiendo de la interpretación que haga cada individuo.

Aunque todos somos partidarios que el SER HUMANO debe ser libre, al poner en práctica este principio el asunto se complica. De ahí, la infinidad de discusiones y escritos que hay sobre este término. Y sobre todo, si se da la siguiente paradoja: “lo que para unos es pérdida de libertad, para otros es visto como un beneficio social”.

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LUCHA O HUÍDA. ¿RENDICIÓN?

Cuando hablamos en términos primarios, donde la supervivencia se basa en la comida carnívora, a la presa sólo le quedan dos salidas: la lucha o la huida. Siempre escoge la huída (que no tiene nada que ver con la cobardía, aunque muchos humanos lo interpretemos así); si no tiene escapatoria no le queda más remedio que luchar.

Pero gracias a la vida social de muchos animales; pongamos por ejemplo: la jerarquía en una jauría de lobos, surge otra opción: LA RENDICIÓN.

La rendición, se puede considerar una pérdida en la lucha, donde el perdedor no pierde la vida. Esto conlleva a una mayor supervivencia de la especie. El derrotado sigue perteneciendo a la sociedad, y la comunidad no pierde a uno de sus miembros que en un futuro puede ser útil en la defensa del grupo. En este caso, la lucha no es por comida sino para conseguir mayor estatus en el grupo. La base sigue siendo la lucha por la supervivencia, pero la pérdida de vida es simbólica.

En el caso humano esta rendición ha pasado a ser ACEPTACIÓN. En muchas luchas dialécticas, observamos como dos oradores enfrentados luchan por tener la razón, y sólo tienen en mente el salir victoriosos. Por ello, se puede llegar a calumniar, insultar e incluso mentir.

Son luchas ancestrales como comento al principio. Pero ya va siendo hora, que en muchas discusiones se contemple el término rendición; en la cual el orador vencido comprende que sus argumentos no son aplicables al momento en que los presenta. Se rinde; es decir, acepta que esos argumentos pueden ser válidos en un futuro o que contienen errores que hay que corregir.

Ante una sociedad competitiva esta actitud no es de las más valoradas. Pero cuando vamos conociendo a personas respetables que nos parece que todo le ha ido bien en la vida; y sabemos que su camino no ha sido siempre de “color de rosas”; comprendemos que la vida está llena de aciertos y errores y que una buena opción es aprender de los errores.

Terminemos con un poco de humor:
Dos amigos se encuentran en la calle y un le pregunta al otro:
- ¿Tú no haces footing?
- No, porque el correr es de cobardes.

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¿POR QUÉ SOMOS CROMOSOMOS?

10883617852?profile=originalLeyendo al divulgador científico español, Eduard Punset; me encontré con una frase ingeniosa ante la pregunta ¿Qué somos?

Somos cromosomos”.

Desde el descubrimiento de los cromosomas, que se encuentran en el núcleo de la célula. La esencia de nuestro ser, se ha hecho más observable.

Gregor Mendel, monje austriaco descubridor de la herencia genética, observando colores y rugosidades (en la piel de guisantes o arvejas) y su transmisión a sus descendencias. Abrió las puertas a una nueva ciencia denominada “genética”. Desde entonces la genética se encarga de descubrir aquellos patrones innatos que son transmitidos por los progenitores.

Si nos referimos a la esencia de nuestro ser; estos patrones nos hacen ser como somos. Donde mejor podemos observar este hecho es en la evolución del recién nacido hasta los tres meses de edad. De ahí que me guste tanto la expresión de Punset.

¿Por qué nos cuesta tanto descubrir cómo somos?

Porque este ser llegado al mundo comienza a interaccionar con su alrededor, y posee un órgano adaptado a la supervivencia de la especie, llamado cerebro. El cerebro no es sólo una recopilación de aprendizajes innatos o naturales, viene preparado para adaptarse a un mundo en continuo cambio. Y esto lo consigue mediante el aprendizaje no condicionado. En este aprendizaje la sociedad en la que se encuentra tiene mucha influencia.

SOMOS CROMOSOMOS cuando comenzamos a vivir. Mediante la interrelación con nuestro medio ambiente nos convertimos en organismos más adaptados, dando una variedad bastante compleja.

Si nos observamos desde nuestra esencia somos bastante simples. Si nos observamos ahora, la complejidad es abrumadora porque somos organismos evolucionando constantemente; de ahí, que nos cueste tanto descubrirnos, nuestro cerebro es maravilloso, pero limitado.

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LA REALIDAD Y LO SOÑADO SON LO MISMO PARA EL NIÑO

Cuando nacemos, sabemos muy poco del mundo que vamos a conocer.

De vez en cuando vemos un objeto raro que tiene cinco prolongaciones, de pronto aparece por la derecha y otras veces por la izquierda. Nos quedamos absortos viendo como esas prolongaciones se mueven. Con el tiempo aprendemos que los adultos les llaman “dedos”.

Empezamos a tomar conciencia de nuestro alrededor, creyendo que forma parte de nosotros. Con sólo llorar, el alimento nos llega. Es un alimento tibio que no nos disgusta pues es armonioso con nuestra temperatura corporal.

Es lógico que al crecer, nos creamos el centro del Universo. Esta creencia encierra parte de verdad, pues a lo largo de nuestra vida sólo podremos manejar nuestro Universo, que es una parte del Cosmos.

Todas las sensaciones que recibimos, son poco a poco interpretadas por nuestro cerebro. Nuestro mundo es interior; como si estuviéramos encerrados en una cápsula. Resulta lógico, por tanto, que se haya pensado que el “alma” se encuentra encerrada en el cuerpo.

Aprendemos una comunicación mediante símbolos, que llamamos “lenguaje”. A partir de aquí, podemos expresar lo que pensamos. Todo mediante el cerebro, que es un órgano interno.

Nuestra interpretación del mundo, es un proceso personal. Vamos juntando las “piezas” que nos regalan nuestros sentidos, para formar el “puzzle”, que es la interpretación de nuestro mundo.

Un mundo idealizado, pues lo formamos mediante ideas.

Nuestra idea de ese mundo va cambiando, pues la creación de nuevos esquemas mentales hace que lo observemos de forma diferente mientras crecemos.

Todo surge en nuestro cerebro; por eso, al niño le resulta tan difícil distinguir los sucesos reales, de los sucesos soñados.

Cuando un niño nos cuenta sus sueños, nos expresa literalmente la realidad que está viviendo. Si prestamos atención a sus relatos, podemos averiguar, la idea que tiene sobre la vida: sus inquietudes, alegrías, ansiedades, proyectos…

Para ellos, le realidad mezclada con sus sueños, forman su mundo real.

No es bueno ridiculizarlos cuando nos cuentan sus vivencias, por muy ridículas que nos parezcan; porque muchos adultos que lo hacen, aún no distinguen con claridad, el mundo real con el mundo que se han creado desde su infancia.

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LAS ETIQUETAS

Muchas veces usamos las palabras para identificar, valorar o clasificar; es decir, las usamos como etiquetas.

La palabra representa la realidad, pero no es la realidad en sí. Ésto hace que al usarlas para etiquetar, creamos una realidad virtual.

Dicen que las palabras tienen el poder de agradar o herir. En realidad ese poder se lo damos nosotros, pues el sonido (base de la palabra) es neutro; pero éste es otro tema.

Permítanme relatarles una historia en la cual podemos observar el gran poder de las palabras, cuando aún no nos hemos dado cuenta que la realidad de ese poder se encuentra en nosotros.

“Un niño de 9 años se acerca a la mesa del profesor y le comenta:


- Maestro, no sé hacer este ejercicio.

El ejercicio ponía:
Escribe en plural las siguientes palabras
Niña, perro, gata, mesa y silla.

- Sí lo sabes hacer, porque lo dimos ayer. Y los ejercicios los realizastes bien. Léelo de nuevo.


El alumno, silabeando un poco, relee el ejercicio. Vuelve a mirar al profesor y le dice:


- No lo sé hacer.


- ¿Por qué? –Le pregunta el profesor.


- Porque soy hiperactivo y muy torpe.


- Y yo te he dicho, que sí lo sabes hacer.


El alumno se queda mirando al profesor, mientras piensa: ¿Qué maestro me ha tocado este curso?, no se entera que soy torpe y los torpes no sabemos hacer las cosas, nos tienen que ayudar siempre.


- Bueno Antonio, -le dice el maestro-, ¿Qué palabra no entiendes? Vuelve a leer el enunciado.


- Escribe… -Comienza el alumno.


- Espera, ¿sabes lo qué es escribir?


Vuelve a aparecer la expresión anterior en la cara de Antonio. Una expresión que se podría interpretar: “Ya tengo 9 años, cómo no voy a saber lo qué es escribir”.


- Pues claro que lo sé. –responde convincente.


El mismo proceso se repite con “palabras” y “siguiente”. El profesor se ha guardado “el As”, para la última jugada.


- ¿Y plural, te acuerdas?


El alumno duda.


- Esta es la única palabra que aún no conoces bien. Pero las otras las conocías perfectamente.


Recuerdan el significado de singular y plurar.


- ¡Eso es lo que hay que hacer!, ¡si éso es facilísimo! –responde Antonio como quién encuentra un tesoro perdido.


- Sí, pero tú no lo puedes hacer porque eres muy torpe. –Le recuerda el maestro.


Entre profesor y alumno surge una sonrisa de complicidad.


El alumno coge su cuaderno para volver a su sitio, con la cara radiante de felicidad como si le hubieran hecho un regalo.


El profesor lo detiene.


- Antonio, tú no eres hiperactivo, eres un niño que tiene hiperactividad. Hay niños altos, bajos, delgados, gordos… Tú, eres Antonio y tu hiperactividad hace que tengas que releer los ejercicios más que tus compañeros.

A mí me gustaría volar como los pájaros, pero no tengo alas. Pero el Ser Humano ha inventado el avión, y sin ser pájaro puedo volar. Eso sí, me cuesta dinero.

Al día siguiente el alumno vuelve a la mesa del profesor y le dice: Maestro no entiendo bien lo que me piden en este ejercicio.


- ¡Estás hecho un campeón! –Le comenta el maestro.


Y la sonrisa de complicidad vuelve a aparecer en sus rostros.”

La sonrisa del alumno surgía al haber roto inconscientemente una etiqueta mental limitante.


La sonrisa del maestro surgió porque sabía que había roto una etiqueta que podría haber acompañado a ese alumno de por vida. Una etiqueta que hubiera limitado su aprendizaje, quizás hasta el borde de la apatía por el estudio. Había conseguido que se ilusionara por aprender. Su aprendizaje sería, por ahora, lento como el avanzar de un caracol. Pero, bueno; no todos podemos ser liebres

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¿ES LA IRA HUMANA?

Leyendo a Wayne W. Dyer en “Tus zonas erróneas”, comenta que la ira no es humana.

Si hacemos el siguiente silogismo:
La ira no es humana.
Yo tengo ira.
Yo no soy humano.

Me produce desazón, y la sensación que una de las premisas está mal enunciada.


Pues de lo que no tengo duda es que soy un SER HUMANO, y algunas veces tengo accesos de IRA.

Probablemente el dilema se deba a un matiz semántico.

Según Jorge Bucay en su libro “Autodependencia”, nos propone la siguiente clasificación para esta especie autodenominada “HOMBRE”.

Somos seres humanos: Todos presentamos características propias de los seres humanos.


Somos individuos: Cada uno tiene unas características propias que lo hace diferente de los demás.


Pero no todos somos personas. Para ello, se necesita un aprendizaje que nos hace ser seres sociales. Por lo tanto, este estadio no es innato.

Basándome en esta clasificación, puedo comprender a Dyer. Si usted padece ira, en ese momento, usted no es persona. Por supuesto, que es individual y humano, pero no persona.

La irascibilidad es una capacidad innata, que traemos como mamíferos que somos. Y nos ha sido útil durante muchos miles de años. Pero parece que nos acercamos a una época donde la ira nos es más perjudicial que beneficiosa.

Si usted, en algún momento siente ira viendo algún acontecimiento que considera injusto, es lo más normal del mundo pues somos seres humanos. Pero si le interesa evolucionar a persona, aprenda a dominarla. No sólo sentirá satisfacción, sino que controlará sus actos; y con ello, obtendrá mayor seguridad en sí mismo.

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Educar debe de ser una cosa parecida a espabilar a los niños y frenar a los adolescentes. Justo lo contrario de lo que hacemos: no es extraño ver niños de cuatro años con cochecito y chupete hablando por el móvil, ni tampoco lo es ver algunos de catorce sin hora de volver a casa. Lo hemos llamado sobreprotección, pero es la desprotección más absoluta: el niño llega al insti sin haber ido a comprar una triste barra de pan, justo cuando un amigo ya se ha pasado a la coca.
Sorprende que haya tanta literatura médica y psicopedagógica para afrontar el embarazo, el parto y el primer año de vida, y que exista un vacío que llega hasta los libros de socorro para padres de adolescentes, esos que lucen títulos tan sugerentes como Mi hijo me pega o Mi hijo se droga o Los niños de entre dos y doce años no tienen quien les escriba.
Desde que abandonan el pañal (¡ya era hora!) hasta que llegan las compresas (y que duren), desde que los desenganchas del chupete hasta que te hueles que se han enganchado al tabaco, los padres hacemos una cosa fantástica: descansamos. Reponemos fuerzas del estrés de haberlos parido y enseñado a andar y nos desentendemos hasta que toca irlos a buscar de madrugada a la disco.
Ahora que, al fin volvemos a poder dormir, y hasta que el miedo al accidente de moto nos vuelva a desvelar, hacemos una siesta educativa de diez o doce años.
Alguien se estremecerá pensando que este período es precisamente el momento clave para educarlos. Tranquilo, que por algo los llevamos a la escuela.
Y si llegan inmaduros a primero de ESO que nadie sufra, allá los esperan los colegas de bachillerato que nos los sobreespabilarán en un curso y medio, máximo dos. Al modelo de padres que sobreprotege a los pequeños y abandona los adolescentes nadie los podrá acusar de haber fracasado educando a sus hijos. No lo han intentado siquiera.

Los maestros hacen algo más que huelga o vacaciones, y la educación es bastante más que un problema.
Pido perdón tres veces: por colocar en un título tres palabras tan cursis y pasadas de moda, por haberlo hecho para hablar de los maestros, y, sobre todo, sobre todo, porque mi idea es -lo siento mucho- hablar bien de ellos. Sé que mi doble condición de padre y periodista, tan radical que sus siglas son PP, me invita a criticarlos por hacer demasiadas vacaciones (como padre) y me sugiere que hable de temas importantes, como la ley de educación (es lo mínimo que se le pide a un periodista esta semana).
Pero estoy harto de que la palabra más utilizada junto a escuela sea ‘fracaso’ y delante de educación acostumbre a aparecer siempre el concepto ‘problema’, y que ‘maestro’ suela compartir titular con ‘huelga’.

La escuela hace algo más que fracasar, los maestros hacen algo más que hacer huelga (y vacaciones) y la educación es bastante más que un problema. De hecho es la única solución, pero esto nos lo tenemos muy callado, por si acaso. Mi proceso, íntimo y personal, ha sido el siguiente: empecé siendo padre, a partir de mis hijos aprendí a querer el hecho educativo, el trabajo de criarlos, de encarrilarlos, y, mira por donde, ahora aprecio a los maestros, mis cómplices. ¿Cómo no he de querer a una gente que se dedica a educar a mis hijos? Por esto me duele que se hable mal por sistema de mis queridos maestros, que no son todos los que cobran por hacerlo, claro está, sino los que son, los que suman a la profesión las tres palabras del título, los que mientras muchos padres se los imaginan en una playa de Hawái están encerrados en alguna escuela de verano, haciendo formación, buscando herramientas nuevas, métodos más adecuados.

Os deseo que aprovechéis estos días para rearmaros moralmente. Porque hace falta mucha moral para ser maestro. Moral en el sentido de los valores y moral para afrontar el día a día sin sentir el aprecio y la confianza imprescindibles. Ni los de la sociedad en general, ni los de los padres que os transferimos las criaturas pero no la autoridad. ¿Os imagináis un país que dejara su material más sensible, las criaturas, en sus años más importantes, de los cero a los dieciséis, y con la misión más decisiva, formarlos, en manos de unas personas en quienes no confía? Las leyes pasan, y las pizarras dejan de ensuciarnos los dedos de tiza para convertirse en digitales. Pero la fuerza y la influencia de un buen maestro siempre marcará la diferencia: el que es capaz de colgar la mochila de un desaliento justificado junto a las mochilas de los alumnos y, ya liberado de peso, asume de buen humor que no será recordado por lo que le toca enseñar, sino por lo que aprenderán de él.
Carles Capdevila / Periodista.

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QUÉ FUE PRIMERO ¿EL HUEVO O LA GALLINA?

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Esta pregunta sin respuesta, se ha planteado muchas veces. Si uno contesta la gallina, la pregunta inmediata es: ¿De dónde salió?; si se contesta el huevo, la pregunta es obvia: ¿Qué animal lo puso? Y así vuelta y vuelta.

Pero desde que surgió la “teoría Evolucionista” de Charles Darwin, este rompecabezas puede tener solución.

Según está teoría todos los seres vivos proceden de un ser unicelular primigenio, que habitaba el medio acuático. Esta célula comenzó a dividirse y a consecuencia de las mutaciones fue dándose la variedad.

Células afines se unieron y con el tiempo dieron lugar a colonias sincronizadas; éstas fueron la base de los organismos pluricelulares. Los nuevos seres siguieron evolucionando hasta llegar a la separación de sexos, donde la hembra ponía huevos (parecido a los de los peces actuales). Algunos de estos seres acuáticos dejaron los océanos y comenzaron a conquistar la tierra. Primero como anfibios, posteriormente desarrollando pulmones.

En aquel tiempo, surgió un invento natural extraordinario: el huevo con cáscaras. Los cuales eran depositados en terreno seco donde los depredadores eran mínimos; por lo que se multiplicaron las probabilidades de supervivencia. De una de estas nuevas especies surgieron las aves, que según los evolucionistas son los únicos dinosaurios vivos en la actualidad.

Conclusión: cuando apareció el huevo con cáscaras aún no existía la gallina. En consecuencia, lo primero fue el huevo.

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¿QUÉ ES EL SER HUMANO? (Una definición muy personal)

¡El ser humano!; es ese ser que se cree superior y a veces muy pequeño. Se cree omnipotente, y descubre que al menor síntoma de inseguridad se siente desvalido y pequeñísimo. Tan individual y global al mismo tiempo; todas estas cosas hacen que se sienta perdido, y consecuentemente no le encuentra sentido a nada.
Probablemente la vida no tenga ningún sentido; el sentido se lo demos nosotros, pues nuestra lógica nos ha hecho creerlo así.

Krishnamurti proclamaba que el individuo debe experimentar todo por sí mismo. Los conocimientos adquiridos están muy bien, puesto que nos ayuda en nuestro camino hacia la sabiduría; pero debido a la forma de actuar la mente, todo se convierte en repetitivo y consecuentemente nos quedamos inmovilizados en alguna creencia. El constante aprendizaje es lo que nos hace cada vez ser más libre y más auténticos. Y para ello debemos ser muy consciente del momento presente.

Quizás llegue un momento que me dé cuenta que el sentido de la vida, sólo consiste en vivirla; y que todo lo demás lo podría llamar el sentido de la mente, que es la que nos traduce el mundo real.
Es bueno tener un sentido para todo; es decir que todo tenga significado para nosotros, pues ello aumenta la comprensión y la comprensión está muy cercana a la quietud del alma. Pero esto no quiere decir que me encuentre en el camino correcto.

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FRASES SACADAS DE LA PELÍCULA: “LA VIDA DE DOGEN”

Diálogo de Dogen y su madre:
- Muchas gente cree que irán al paraíso después de fallecer. Me pregunto si es posible llegar al paraíso.
- No sé la respuesta, pero creo que no tiene significado llegar al paraíso después de la muerte.
- Creo que el único paraíso que tengo es mi tiempo aquí contigo. Aquí y ahora es el paraíso.
- Tienes razón, madre. Debemos crear el paraíso aquí en la Tierra.
- Pero si esto es el paraíso, ¿por qué la gente debe pelear y sufrir enfermedades, y no poder escapar de la muerte? Monju, quiero que, encuentres una forma de escapar de todo este sufrimiento.

Diálogo de Dogen y el maestro de cocina:
- Las enseñanzas son …
- ¿Cuáles son las enseñanzas?
- Uno, dos, tres, cuatro, cinco. La práctica es…
- ¿Cuál es la práctica?
- El budismo siempre ha sido aparente. .. Todo lo que ocurre en este mundo… ha sido siempre así. Nadie tiene algo que ocultar.

Respuesta de Dogen a la mujer que quiere agradecer su ayuda con dinero obtenido prostituyéndose:
- Has separado alegremente dinero que valúas como tu vida. Es muy precioso. Estoy agradecido Orin.

Respuestas de Dogen al cocinero en un momento de escases de alimentos:
- No tenemos arroz para cocinar, ni queda mijo.
- Si no hay suficiente arroz, entonces prepara avena.
- No hay suficiente para eso.
- Entonces haz caldo de arroz.
- Tampoco alcanza para eso.
- En ese caso, beberemos agua hervida y haremos Zazen.

LECCIÓN DE DOGEN A SUS DISCÍPULOS
Completamente desenganchados de la vida normal, y abandonando todo con lo que han estado enganchados.
Abandonen el pensamiento acerca del bien y del mal, y del pensamiento mismo, junto con los de iluminación.
Abandonen toda intención y pensamiento.
Esto es conocido como Mente en Blanco.
No nos sentamos en Zazen con el propósito de iluminarnos. Sólo nos sentamos a meditar, que por sí misma es iluminación.

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INCREIBLE CEREBRO

He recibido por e-mail un escrito bastante curioso. Ya lo conocía, pero esta vez he reflexionado sobre la interpretación que somos capaces de realizar.
A continuación reproduzco el texto, y posteriormente mis conclusiones.

"Sgeun etsduios raleziaods por una Univenrsdiad Ignlsea,no ipmotra el odren en el que las ltears etsen ecsritas, la uicna csoa ipormtnate es que la pmrirea y la utlima ltera esetn ecsritas en la psiocion cocrreta.

El retso peuden etsar ttaolmntee mal y aun pordas lerelo sin pobrleams, pquore no lemeos cada ltera en sí msima snio cdaa paalbra en un contxetso.

Presnoamelnte, esto me preace icrneilbe
La mrade que lo pairo! Tnatos aoñs de colgeio praa ndaa!"

Tras su lectura podemos llegar a dos conclusiones: el cerebro es un órgano que se puede confundir con demasiada facilidad, de ahí nuestros errores y por lo tanto considerar al ser humano bastante torpe.
O por el contrario, catalogarlo de increible.
Por esta opción voy a decantarme; y para ello, me baso en la eficiencia. Definida como: la capacidad de hallar soluciones a problemas surgidos en el entorno de la manera más rápida (ese es uno de los grandes potenciales de la informática, procesar la mayor cantidad de información en el menor tiempo).

Entre dos lectores que posean la misma capacidad de interpretación y distinta velocidad lectora, ¿Cuál podemos considerar más eficiente? Lógicamente el que tenga mayor velocidad lectora.

¿Cómo consigue ésto el cerebro? Pues usando la técnica que hemos comprobado en el “texto trucado”. Por supuesto, ésto conlleva algunos errores, con palabras de parecida escritura y distinto significado.

¿Cómo se pueden ir eliminando estos errores? La práctica de la meditación es un buen ejercicio para ello.

Conclusión: Esta cualidad del cerebro nos hace más eficiente. El existir palabras parecidas hace que cometamos errores. Ésto puede hacernos creer que es un órgano que nos perjudica, pero los errores son mínimos con el beneficio obtenido.

Si nos tomamos con humor este post, veremos nuestro cerebro como un órgano que cuando se comprende su funcionamiento, comenzamos a usarlo a nuestro favor. Y lo que nos puede parecer perjudicial se convierte en fuente de aprendizaje. El humor es capaz de convertir un error en algo divertido; y de la diversión al aprendizaje lúdico sólo hay un paso. Por ello, cada vez considero más afirmativa, la pregunta que hace Mónica Ventura: ¿Es el sentido del humor, el más inteligente de los sentidos?

Fdo.: Mario Collado

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¿POR QUÉ SI NOS PERJUDICA, SEGUIMOS USÁNDOLO?

¿POR QUÉ SI NOS PERJUDICA, SEGUIMOS USÁNDOLO?

No sé si a usted le pasa, pero en algunas personas es un hecho curioso. Solemos usar para nuestro bienestar sustancias y emociones que nos son perjudiciales.
¿Cómo es posible ésto? Expuesto así resulta ilógico; se podría etiquetar a la persona como poco racional, e incluso irresponsable.
Lo que hablo tiene mucho que ver con las adicciones.
¿Cómo un alcohólico o fumador puede seguir fumando o bebiendo alcohol sabiendo que le perjudica?
¿Se podría hablar de doble personalidad? En un sentido psicológico no. Pero en términos “de andar por casa”, es lo que me parece: “Sé que es perjudicial, pero algo en mí me obliga a hacerlo”. ¿Quién es ese algo? “Yo”. Pero si “Yo” no quiero, como ese otro “Yo” sí, siendo dañino.
Ante este disyuntiva, las personas que lo sufren, y siguiendo “la lógica clásica” deducimos que terminarán “locas”; sintiéndose autoesclavos y en un callejón sin salida. En última instancia, cuando ven su familia, amigos y entorno destrozados emocionalmente, es lo que ocurre. Acaban siendo personas marginales, que se siente incomprendidos y sin saber quién les puede tender una mano, porque no es una situación fácil de asimilar; sobre todo, si pensamos que (y este sentir es más común de lo que podemos creer en un principio) el Ser Humano es infalible y el gran DUEÑO y SEÑOR de este mundo. En esos momentos no recordamos que un simple y microscópico virus nos puede fastidiar, eso que denominamos “nuestra vida”.
¿A qué puede deberse?:
Pues probablemente a nuestro sistema nervioso autónomo (SNA) y nuestra memoria. Desde pequeños son las estructuras que nos han ido formando como personas en el proceso que denominamos aprendizaje. Nuestro maravilloso (SNA) y nuestra fantástica memoria que nos preparan para nuestra supervivencia, han llegado a una época que se han quedado desfasados.
¡OH, Dios mío, la perdición! ¡Estamos abocados al fracaso!
Sí, por supuesto. Sobre todo, si nos olvidamos que tenemos un sistema nervioso voluntario (SNV), el cuál podemos usar a nuestro antojo gracias a los pensamientos.
¿Por qué no lo usamos entonces? Pues porque la “educación emocional” es un término relativamente reciente.
¿En qué consiste la educación emocional?
En aprender a usar el cerebro a nuestro beneficio mediante la voluntad. Hagamos que nuestro (SNV) predomine en nuestra vida; porque el (SNA) se somete a sus órdenes. Pero para ello hay que ser capaz de observar, relativizar las situaciones, ser los que estamos por encima del pensador; alcanzar en definitiva un estado de quietud.
Un fuerte abrazo.

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